Buscar este blog

martes, 31 de enero de 2012

Cubana Siglo XIX


Los Amores Desgraciados de María Luisa y Miguel Delgado

Ella le dice: mamá
por qué no puedo volver
¡hay hija! Porque Miguel
nunca, nunca te amará
¿te acuerdas de Caridad
de tu amiguita querida?
ella le entregó la vida
y el se la despreció
no lo quiera María no
que si lo quieres,¡ te olvida!.

Yo le he de olvidar mamá
pero lo que yo quisiera
que tú no me prohibieras
mis paseos al Palmar
siento un placer sin igual
cuando en la tarde divina
sentada bajo una encina
ver las palmas que se mecen
y el sol que desaparece
tras empinadas colinas.

Comprendía que no podía
a su madre convencer
y seguía amando a Miguel
pero nadie lo sabía
el por las tardes venía
a ver a su María Luisa
esta a penas lo divisa
bate sus palmas de gozo
bajando su rostro hermoso
en encantadora sonrisa

Diez meses habían pasado
y Miguel Ángel cumplía
a su adorada María
con amor apasionado
pero el día desgraciado
al fin para ella llegó
al Palmar se dirigió
y pasó toda la tarde
en balde, esperando en balde
por qué Miguel no llegó.

En cuanto el sol se ponía
tras las lomas del ocaso
la joven con lento paso
a su morada volvía
ansiosa al siguiente día
Luisa a la tarde esperaba
a penas esta llegaba
se marcha a ver la encina
en cuya sombra divina
siempre a Miguel encontraba.

En cuanto al árbol llegó
el lugar de su adorado
entre dos ramas clavados
un blanco sobre encontró
su hermoso cuerpo tembló
cuando comenzó a leer
era que su amado infiel
por escrito le decía
¡todo fue un juego María!
adiós tu amigo Miguel.

Aquel brusco rompimiento
que destrozó su ilusión
le causó tal impresión
que perdió el conocimiento
en aquel triste momento
su belleza apasionaba
lindas flores rodeaban
y al ver sus labios de rosa
las frágiles mariposas
en su boca se posaban.

Pronto recobró el sentido
volvió de nuevo a la vida
dándose cuenta en seguida
de lo que había sucedido
al juzgar su amor perdido
no requiere en alegría
y cuando el viento gemía
batiendo esbeltas palmas
lanzaba quejas del alma
la desdichada María.

Un sueño le parecía
un sueño horrible y cruel
ella creía que Miguel
con el alma la quería
de nuevo le relucía
aquella revelación
era falsa la pasión
que aquel hombre le pintaba
y cansada se marchaba
buscando otra diversión.

Al sentir tanto dolor
no quería a su amado ver
en brazos de otra mujer
jurándole eterno amor
y triste como una flor
que arranca el viento fatal
Luisa regresa a su hogar
mostrando su heroica calma
guarda en el fondo del alma
algún profundo pesar.

Cuando a su casa llegó
le dijo a su madre amada
¡mamá! me siento cansada
y al cuarto se retiró
la familia se entregó
poco después al reposo
como a las doce un sollozo
la buena madre sentía
al cuarto de su María
fue con paso presuroso.

¡Hija mía! ¿por qué lloras?
dijo llegando a su lecho
y estrecha junto a su pecho
la hija que tanto adoras
¿qué tienes mi blanca aurora?
porqué ese triste gemir
¡dime! que me hace sufrir
¡oh! madre del corazón
¡perdón! te pido perdón
¡tu hija quiere morir!

Y la infeliz rendida
por tan terribles rigores
la historia de sus amores
contó a su madre querida
la pobre madre afligida
quiso a su hija reprochar
y al ver la angustia moral
de su hija la perdonó
y en sus brazos la estrechó
con cariño maternal.

Cuando la encontró dormida
del cuarto se retiró
y en silenció lloró
por aquella hija querida
María Luisa le decía
juro ocultar mi quebranto
hasta su madre que tanto
desde niña respetaba
y cuando sola se hallaba
dejaba escapar el llanto.

Varios días habían pasado
y ya su madre creía
que su preciosa María
su aventura había olvidado
y le dijo me han contado
Luisa un caso sin igual
no podrás imaginar
su madre se lo dirá
tu amiguita Caridad
mañana se va a casar.

¡Mañana! ¿y no me ha invitado?
¿y con quién se va a casar?
hija su esposo será
¿quién? Miguel Ángel Delgado
¡mi amor! ¡ mi ilusión perdida!
yo madre mía querida
que desgraciada nací
ya mi esperanza perdí
¡para que quiero la vida!

No comprendes hija mía
que tu en vez de adorarte
debes con el alma odiarle
porqué el de ti se reía
calma tus penas María
y olvida quien te olvido
ese que te traicionó
y que burlando tu amor
sólo tristeza y dolor
en tu corazón sembró.

Yo madre mía del alma
aunque vea la traición
no podrá mi corazón
borrar del amor la llama
así mi pecho reclama
aquel cariño perdido
aunque me lance al olvido
y se marche a otro lugar
yo quedaré en el Palmar
llorando a mi amor perdido.

Al poco rato María
fue a su cuarto y se sentó
junto a su baúl que abrió
llena de melancolía
en aquel lugar había
cartas, regalos y flores
que en otros tiempos mejores
cuando Miguel la quería
por las tardes le traía
en prueba de sus amores.

De una cajita sacó
un cofrecito y un retrato
y durante un largo rato
en sus manos contempló
después con pasión beso
aquella imagen querida
con voz triste y afligida
dijo: ¡ay! ingrato Miguel
tu abandono fue tan cruel
que me costará la vida.

De otra cajita sacó
un puñalito brillante
era un arma de su amante
que a su cuidado dejó
en su mirada brilló
un rayo de inspiración
y dijo: ya mi pasión
sólo la podré olvidar
clavándome este puñal
en medio del corazón.

Todo lo volvió a guardar
y salió la joven bella
llevando la triste huella
de su profundo pesar
la madre que del portal
de la casa se encontraba
a su hija contemplaba
y sufría amargamente
al ver como tristemente
Luisa en el jardín se hallaba.

Llegó la noche sombría
y mil densos nubarrones
batían los aquilones
sobre de la patria mía
como un torrente corría
el agua sobre la tierra
en la declarada guerra
luchaban los elementos
entre el zumbido del viento
sonaba el rayo que aterra.

Esa noche recibiente
María Luisa se acostó
y cuando las doce dio
se levanto quedamente
y salió resueltamente
evitando tropezar
no quería despertar
su familia que dormía
al campo después salía
sobre un fuerte temporal.

Noche horrenda y desgraciada
qué en la inmensa oscuridad
la negra fatalidad
deja sus huellas marcadas
una familia asombrada
y un pueblo con movido
contemplan despavorido
un cuadro desgarrador
que ya lleno de dolor
contaré lector querido.

¡oh! desgraciada mujer
que su hermosa adolescencia
es marchita sin conciencia
por mano que fue cruel
¡oh! perfumado clavel
que apenas brilla radiante
con el corazón dolido
por las flechas que ha impedido
hiere al corazón amante.

Llegó al Palmar donde el viento
batiendo sus verdes hojas
como gritos de congojas
se imagina mil tormentos
ya acabarán mis lamentos
pues hoy la suerte me guía
porqué en esta senda impía
y sólo siento morir
por no darle que sufrir
a la pobre madre mía.

Yo quiero morir allí
donde el amor me juro
y donde feliz fui yo
mientras se acordó de mí
ella murmurando así
llegó al gran árbol frondoso
y gimiendo candoroso
en su mente vaciló
que su amiga le ofreció
sus flores llenas de gozo.

fue aquí donde me juró
amor radiante y sincero
y donde sentí primero
que mi alma la adoró
fue aquí donde me dejó
el desdichado papel
de la despedida cruel
que me llenó de amargura
donde viví mi aventura
quiero desaparecer.

La pobre infeliz lloraba
mientras tanto el temporal
como maldición fatal
cada vez más arreciaba
su cuerpo mojado estaba
con la lluvia que caía
lo que grande no sería
el dolor que allí sintió
si es verdad que existe Dios
por qué no la socorría.

sobre una de las raíces
María Luisa se sentó
y gimiendo recordó
aquellos tiempos felices
después se levanto y dices
es precioso que yo muera
porqué en la vida me espera
el más triste sufrimiento
siendo mi llanto un tormento
para mi familia entera.

Mañana cuando Miguel
sepa que yo he sido muerta
tal vez su lágrima suelta
al ver que ha sido tan cruel
y si llega a comprender
el triste fin de mi historia
quiera Dios toda mi gloria
se acuerde de su María
y llore en mi tumba fría
un recuerdo a mi memoria

de su seno perfumado
sacó aquel puñal brillante
que era de su fiel amante
y ella lo tenía guardado
cuando lo tuvo empuñado
alzo su voz bella y pura
y con suprema amargura
orando le pide al cielo
para su madre consuelo
y para ella sepultura.

¡oh! lector mi pobre pluma
jamás podrá describir
aquel cuadro sin sentir
al contarlo piedad suma
mi alma de dolor se abruma
recordando aquella flor
y cuando llena de amor
pensaba vivir amada
se vio triste y angustiada
en las llamas del dolor.

Ella el arma levantó
y con heroico valor
dando un grito de dolor
en su pecho la clavó
un momento vaciló
y después se desplomó
de su linda boca brotó
sangre de su corazón
de tan hermosa pasión
sólo un cadáver quedo.

En tanto el agua caía
el viento sólo silbaba
y la encina se doblaba
como cubriendo a María
mártir amor que dormía
allá rescatada inerte
en el sueño de la muerte
pálida pero preciosa
Luisa está como una diosa
en los brazos de la muerte.

Ya la tormenta bonanza
y los rayos de la luna
rompiendo la densa bruma
ya la claridad avanza
aparecen las estrellas
cesa el viento en querellas
la tormenta al fin pasó
y la noche se quedó
serena, apacible y bella.

Estando bajo la encina
duerme en el eterno sueño
un rostro dulce y trigueño
de belleza peregrina
el sol sale y se ilumina
aquel esbelto palmar
y allá en su tranquilo hogar
una madre dolorida
buscando a su hija querida
la que no puede encontrar.

Por el dolor trastornada
la madre llama a su esposo
y el acude presuroso
viendo a su esposa asustada
Pedro, nuestra hija amada
creo que aquí no ha dormido
yo no sé donde se ha ido
¿pero estas loca mujer?
corre y entró al cuarto a ver
lo que había sucedido.

Llegó al cuarto y comprendió
al ver la cama tendida
que su María querida
la noche allí no pasó
todo el cuarto registró
y sólo una huella había
sobre el baúl de María
halló dos sobres cerrados
uno para Miguel Delgado
¡adiós, mi madre querida!
         

1 comentario: